VILLA NAPOLI:
LAS FINCAS ÁRABO-NORMANDAS DE PALERMO (siglos X-XII).

Director:

Julio Navarro Palazón. LAAC. Escuela de Estudios Árabes (CSIC).

Resumen del Proyecto:

Este proyecto de investigación se ha desarrollado en el marco de un protocolo de colaboración, firmado en 2020 entre la Soprintendenza dei Beni Culturali e Ambientali de Palermo y la Escuela de Estudios Árabes de Granada (CSIC), y como parte de la obra de restauración de Villa Napoli (Palermo), dirigida por la arquitecta Lina Bellanca.

Se trata de un proyecto subvencionado a través de la convocatoria intramural de arqueología en el exterior del CSIC, que cuenta con el respaldo científico del proyecto del Plan Estatal de Investigación Científica titulado “Almunias medievales en el Mediterráneo: historia y conservación de los paisajes culturales periurbanos” (2020-2023), en el que se investigan las huertas y fincas medievales que las élites urbanas fundaron en la periferia de las ciudades del Occidente musulmán y Sicilia.

En estas fincas es posible identificar, además de los espacios con funciones agropecuarias, diversos tipos de jardines, grandes albercas y unas arquitecturas destinadas al solaz y a la exhibición del poder de sus promotores. Solían ser segundas residencias, por lo que su emplazamiento, por lo general, se hacía en las proximidades de los centros urbanos en los que residían sus propietarios, siempre que fueran capaces de aportar y almacenar la suficiente cantidad de agua que asegurara el riego de huertas y jardines.

El estudio de su organización y funcionamiento es un tema histórico de primer orden, pues demuestra el interés de los estamentos privilegiados por la creación de nuevos espacios de cultivo, tanto de regadío como de secano, en los que se desarrolló una agricultura muy rentable, destinada esencialmente a abastecer a los mercados locales. Su proliferación constituye, por tanto, un aspecto fundamental de la revolución económica plenomedieval, estrechamente relacionado con el crecimiento demográfico y el desarrollo urbano y comercial a partir del siglo X.

Durante la ocupación árabe, Palermo (Sicilia, Italia) se convirtió en una de las grandes capitales del Mediterráneo, debido a su ubicación estratégica entre Oriente y Occidente y al papel que jugó como lugar de encuentro entre la Europa cristiana y el mundo musulmán. Expresión de su pujanza fueron las fincas de recreo que se fundaron en la planicie que rodea la ciudad y que aparecen en las fuentes árabes con los siguientes nombres: aŷinna (pl. de ŷanna); basātīn (pl. de bustān), mutanazzahāt (pl. de mutanazzah), quṣūr (pl. de qaṣr); magānī (pl.  de magnà); dūr/diyār (pl. de dār); abrāŷ (pl. de burŷ). A todas ellas, hay que sumar manzah, como étimo posible de la finca llamada Minse.

Entre las más destacadas se encuentran la Favara (Fawwara), conocida también con el nombre de Maredolce, y la gran finca palatina del Genoardo (Ŷanna al-arḍ). Ambas fueron fundadas por los emires árabes (siglos X-XI) y reformadas por los reyes normandos a partir de la conquista de 1072.

El Genoardo se extendía al oeste de la ciudad, en las inmediaciones del alcázar árabe, conocido posteriormente como Palazzo dei Normanni. Aunque perdió su unidad al ser parcelado durante los siglos XIV y XV, sus áreas cultivadas sobrevivieron bastante bien hasta la caótica expansión urbana que sufrió Palermo tras la segunda guerra mundial. De la sistemática destrucción de la finca se salvaron varios de los edificios palatinos que hubo en su interior, como la Cuba Sottana, la Zisa, la Cuba Soprana y la Piccola Cuba; las dos últimas se conservaron dentro de Villa Napoli rodeadas de un jardín romántico y de una huerta de cítricos. No es arriesgado afirmar que este es uno de los pocos lugares en los que se han preservado algunos rasgos significativos del Genoardo original.

La campaña de excavaciones arqueológicas en Villa Napoli comenzó el 8 de septiembre de 2020 y finalizó el 19 de diciembre del mismo año. Además de la prospección general de la finca, los trabajos se centraron en los siguientes puntos:

  • Cuba Soprana. Se realizó un primer análisis arqueológico de los alzados del edificio, a la vez que se reestudiaron las ruinas exhumadas en su interior a finales del siglo XX; todo ello con el fin de llevar a cabo una primera aproximación a su compleja evolución histórico-constructiva. En el interior del inmueble medieval, sólo excavamos un pequeño testigo, situado en el ángulo nororiental del espacio 8 e iniciamos la exploración arqueológica de los alzados del espacio 6. En su exterior se abrió una franja perimetral, situada al pie de sus frentes oriental y septentrional, en la que se incorporaron los sondeos efectuados por los anteriores equipos. En el meridional, la exploración se limitó a la estancia abovedada (espacio 5) que se abre al gran patio de entrada. Todo ello permitió verificar los siguientes extremos:

– La Cuba Soprana es una construcción excepcional, sin paralelos conocidos, en la que se funden dos modelos arquitectónicos: el pabellón en altura abierto al paisaje (belvedere), construido sobre una plataforma maciza de 2,30 m de altura, y el ninfeo, compuesto por una fachada tripartita de carácter monumental, recorrida en toda su base por una alberca-fuente estrecha. En esta fachada oriental descubrimos que, al menos, los tres arcos inferiores son obra árabe, reutilizados en la reforma normanda.

– El modelo de la pequeña alberca-fuente nada tiene que ver con el de la alberca de la Cuba Sottana, pues las grandes dimensiones de esta última estaban pensadas para conformar un lago artificial en el que el palacio, organizado en torno a un patio central (introvertido), se alza sobre una gran plataforma a modo de isla.

– La exhumación completa de la alberca del ninfeo, ha permitido averiguar que en su interior se depositaron tres grandes rocas naturales (litología calizo-dolomítica), que tras una inspección geológica preliminar se ha llegado a la conclusión que podrían ser alóctonas (erráticas o transportadas); de hecho, no comparten la configuración estratigráfica del suelo natural sobre el que se apoyan, que en esta zona es una extensa terraza caliza del Pleistoceno inferior. También se ha comprobado que las tres piedras tuvieron un valor inmaterial que, en última instancia, explica que el diseño del edificio y de la alberca estuviera condicionado por ellas.

– El agua que llegaba a la alberca procedía de un qanāt situado al oeste de la Cuba Soprana. Lo documentado dentro del pabellón es una infraestructura formada por dos tuberías compuestas por atanores cerámicos de sección troncocónica, interconectados por un sistema de anclaje. En su trayecto final, antes de llegar a la alberca, los dos tubos se subdividen en seis de plomo, de diámetro más reducido. Esta ramificación a modo de delta, se puede explicar por el principio de continuidad hidráulica, según el cual una menor sección de los tubos corresponde a un aumento proporcional de la velocidad y de la energía cinética en beneficio del juego de agua que se diseñó para monumentalizar la alberca y resaltar la importancia de las tres piedras.

– Excluyendo las grandes reformas y ampliaciones que sufrió el edificio durante los siglos XVI al XVIII, que terminaron configurándolo como un palacio barroco, su estudio arqueológico ha permito identificar tres fases constructivas que siempre respetaron el modelo de pabellón ninfeo, desde su fase fundacional en el siglo X, hasta las grandes modificaciones normadas del XII. Hay indicios muy sólidos que indican que la Cuba Soprana dejó de usarse como palacio en el siglo XIII para convertirse en palomar.

  • Piccola Cuba. En su exterior, se excavó una franja perimetral de 2 m de ancho, mientras que en su interior se hicieron sondeos en las zonas en las que habían desaparecido las losas de cerámica del pavimento (siglo XVIII) que rodeaba la fuente central. Finalmente, se ha probado que el pabellón con cúpula, conservado casi sin alteraciones a lo largo de los siglos, es una obra normanda (s. XII) edificada sobre los cimientos de otro que tuvo una planta similar de época árabe (siglo X). También se ha verificado que estuvo situado en el centro de un gran jardín de crucero de planta rectangular.
  • Área del jardín romántico. En esta zona se hicieron dos sondeos anexos al muro perimetral del jardín en los que se exhumaron dos fuentes barrocas; otros dos se emplazaron en las inmediaciones del frente oriental de la Cuba Soprana en el que no aparecieron estructuras arquitectónicas, llegándose al nivel de la roca madre.

Es de justicia reconocer públicamente que sin el apoyo incondicional de Lina Bellanca el proyecto de Villa Napoli nunca hubiera visto la luz. El papel relevante desempeñado como arquitecta responsable de la obra de restauración y como soprintendente hasta el 30 de diciembre de 2020, es lo que explica que una campaña de excavación tan larga y con tantas dificultades se desarrollara con normalidad. La ardua labor realizada no se entendería sin la ayuda proporcionada por los técnicos de la administración siciliana: Carla Aleo Nero, Giuseppina Battaglia, Paola Scibilia, Maria Serena Tusa y Maria Rosaria Marrone. No menos valiosa ha sido la colaboración de otros colegas italianos, entre los que destacamos a Pietro Todaro, a Teresa Torregrossa y a Giuseppe Barbera. Por último, subrayaré la capacidad de trabajo y el entusiasmo del equipo arqueológico formado por Giovanni Spallino, Maurizio Toscano, Sara Peñalver, Rodrigo Paulos, Javier Valera, Pedro Jiménez, José María Moreno, Pablo Morales, Matíes Martínez, Anne Claire Bled, Inmaculada Camarero, José María Toro y Adrià Ivorra. A todos ellos les expreso mi más sincero agradecimiento.